miércoles, 1 de mayo de 2013

Crisis o depresión de 1873.

La depresión de 1873 fue fruto de una profunda crisis industrial y también agraria. Agotado el empuje del primer ciclo industrializador –el del algodón, el vapor y el ferrocarril-, eran muchos los países que en Europa y fuera de ella se habían incorporado, mejor o peor, a la nueva economía industrial. La producción había crecido tanto que en algunos sectores se crean situaciones de exceso de oferta. La agricultura europea sufre en muchos países la competencia de productos (cereales, lana) más baratos que llegan desde Ultramar, a bordo de transportes cada vez más  baratos. La difusión de las doctrinas y políticas librecambistas habían permitido –junto con el mecanismo del patrón oro- un crecimiento sin precedentes del comercio internacional; pero la especialización internacional, que hasta entonces era vista como una bendición, comenzará a considerarse una trampa cuando amenace con arruinar a los agricultores o industriales de uno u otro país.

El descubrimiento y difusión de nuevas fuentes de energía (electricidad y petróleo), nuevas técnicas (motores eléctricos, radio), nuevos sectores industriales (química y electricidad) o nuevas formas de organización de la industria (cárteles o “trust”) permitieron a algunos países salir de la crisis en mejores condiciones.  El imperialismo –la expansión económica y militar de Europa en otros continentes- será otra de las vías para tratar de superar la crisis. En todo caso, cuando la gran depresión comenzó a remitir hacia la década de 1890, la economía mundial había cambiado sustancialmente.



No hay comentarios:

Publicar un comentario